Y es cuando tienes una necesidad concreta cuando te das cuenta.
Cuando apuestas por alguien o te abres a alguien.
Cuando esperas algo de los otros.
Ahí es cuando en la mayoría de las veces descubres una realidad poco agradable.
Nadie es lo suficientemente independiente para no necesitar a otro, en algún momento de tu vida necesitarás hablar y que te escuchen, necesitarás sentir que alguien hace algo por ti, necesitarás sentir que eres importante para otro.
No te ha pasado alguna vez estar contándole algo a un amigo y éste saltar con otro tema que no viene a cuento ¿? como si no te hubiera escuchado, como si tu necesidad de apoyo no hubiera sido perceptible a sus ojos.
Donde quedó ese tipo de amor que nos vendían en las películas de los 60.
Donde quedó el amor incondicional y nada egoísta de unos padres.
Donde quedó esa amistad sincera con la que todos hemos idealizado a alguien alguna vez.
El amor cada vez más egoísta, independista e interesado.
Padres egoístas que marginan las necesidades emocionales de sus hijos.
Amistades infectadas de envidias y traiciones.
Eso es lo que el ser humano ha desarrollado en sus relaciones personales.
¿Como podemos entonces esperar cosas buenas del otro?
No hay nada peor que esperar cosas de los demás, abrir todo tu corazón y quedar desprotegido.
Y es un riesgo que la mayoría afronta igualmente.
¿Nunca has tenido la sensación de que otro es más afortunado que tu en sus relaciones personales?
Nos es más que una falsa percepción.
El amor incondicional de los padres se puede ver alterado de muchas formas.
El amor de una pareja puede dar un giro de 180º en cualquier momento.
Y un amigo por muy amigo que sea te puede traicionar.
Y habrá quien piense: " a mi jamás", querido amigo, ojalá no te veas en la situación.
Nadie te querrá tanto como tu mismo.