miércoles, 27 de agosto de 2008

Cuando me miras


Cuándo me miras, cuando me observas, cuándo tus ojos verdes brillan como cristales, al observar fijamente los mios, siento, siento tanto en mi interior, siento la desbordante felicidad que me das.

Miro las transparencia de tu mirada e intento descifrarla más allá de lo físico, y se lo que estás sintiendo, sin palabras, sin adornos, así simplemente cuándo me miras.

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A veces quisiera que la vida
fuera más predecible,
en la que hubiera menos misterios,
menos inseguridades,
en la que supiéramos hasta cuando
va a durar nuestra existencia.
A veces quisiera saber
qué es lo que va a pasar
con el alma que llevamos dentro.
A veces quisiera tener la certeza
que nuestros más cercanos afectos
van a estar siempre al lado nuestro.
A veces quisiera saber
si nuestro amor va a durar siempre,
pero ¿qué es siempre?
Yo quiero que sea
hasta el final de los tiempos.

Autora: Verónica R. Marengo

No concibo un amanecer sin esos ojos que me miran.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Memorias de una mujer luchadora


Hacía Frío, una noche estrellada con un fondo oscuro brillante y una luna redonda que alumbraba a través de su ventana, ella había nacido en el seno de una familia muy pobre, eran 6 hermanos, y apenas tenían para comer.

En su pequeño pueblo solo algunos pocos podían permitirse ir a la escuela, los demás tenían que trabajar en el campo o ordeñando cabras para sacar a su familia adelante.

Como no tenían juguetes su hermana mayor le hacía muñecas con algún viejo calcetín, y ella jugaba ilusionada, como si de una preciosa muñeca de porcelana se tratara.

Una noche de aquel frío invierno su hermana mayor Dolores de dieciséis años se puso muy enferma, por aquel entonces España se encontraba en guerra y los pocos médicos que habían se trasladaron a las capitales para poder asistir a los militares heridos en combate o los enfermos por epidemias. Aún así su familia era demasiado pobre para poder permitirse pagar uno.

Ella, la protagonista de ésta historia se llamaba Adela, con tan solo seis años.
Se asomó a la habitación de su hermana donde ella estaba tumbada en la cama, veía como su madre le ponía paños húmedos en la frente, su hermana Dolores debía estar muy enferma porque apenas abría los ojos, en ese momento recordó momentos que con ella vivió, las tardes junto al río, cuando lavaban sus ropas, como ella le había cepillado su negro cabello, todo el cariño que le había dado.

Su madre Carmen, una mujer fuerte y luchadora, que había sacado a seis hijos adelante en aquellos difíciles tiempos, ella salio del cuarto con un gesto muy triste en su rostro, llamo a sus dos hermanos José y Luís y les mandó llevar a su hermana al pueblo en busca de ayuda.

El pueblo se encontraba a 16 Km. andando, por un camino de piedra y entre varias montañas, al no tener vehiculo, Luís y José cogieron en peso a Dolores y comenzaron el camino hacía el pueblo. Adela a pesar e su corta edad era una pequeña muy espabilada, y en un descuido de su madre, salió tras sus hermanos para poder acompañar a su enferma hermana.

Desgraciadamente a medio camino Dolores murió entre los brazos de su hermano José, y ante la tristeza de la pequeña Adela que corrió llorando a sus brazos.

El silencio se apoderó de su casa, aquel pequeño y humilde hogar.
Carmen lloraba a los pies de la tumba de su hermana, que fue enterrada cerca del río, donde tantas tardes pasaron felices.

Poco después Carmen murió, una grave enfermedad pudo con ella, así que la pequeña Adela tuvo que salir adelante comportándose como una niña mucho más mayor de lo que en realidad era, junto a sus hermanos.

Los años pasaron, y con el paso del tiempo mejoró ligeramente la situación laboral en el pueblo, la guerra iba terminando y muchos hombres volvieron al hogar y con ello, las siembras en el campo aumentaron y con ello los puestos de trabajo.
Adela acababa de cumplir dieciocho años y marchó de casa para trabajar en el pueblo, Competa, un pequeño pueblo situado en un precioso valle, pertenecía por aquel momento a la pequeña ciudad de Málaga.

Empezó a trabajar recogiendo tomátes, por aquel entonces eran casi todos jóvenes como ella que buscaban un futuro.
Fueron meses muy duros donde empezaban a trabajar al amanecer y terminaban al anochecer.

Una vez al mes venía gente nueva a incorporarse a la plantilla, y ese día ocurrió algo, allí estaba el, un atractivo jóven, moreno de ojos verdes, solo necesitó de ese instante para quedarse totalmente prendada, sintió algo que presionó su corazón y que la dejó casi sin respiración, sintió algo que nunca antes había sentido, en aquellos años apenas tuvo tiempo para pensar en el amor, su único objetivo había sido trabajar duro para poder reunir dinero y mejorar la calidad de vida de su familia.

Antonio se llamaba, cada noche a la luz de una hoguera tocaba su guitarra y cantaba, canciones con tanto sentimiento, Adela era muy tímida y siempre apartaba su mirada cuando el la fijaba en ella.

Su hermana Carmen que por aquel entonces trabajaba allí también le hacía broma acerca de lo enamorado que él estaba de Adela.

Antonio se declaró a Adela pidiéndole matrimonio, se casaron y volvieron al pequeño pueblo para poder comenzar allí una vida en común. Pero el destino tenía algo preparado para Adela, embarazada de ocho meses vio caer enfermo a su amado, y como la tuberculosis le iba quitando la vida lentamente, hasta que una oscura noche, el ultimo suspiro de vida deslizó de entre sus labios, Adela que agarraba su mano entre las suyas, sintió el mayor dolor que jamás había sentido, algo en su cuerpo se bloqueó y estalló desde lo más profundo de su ser.
Se comentaba en el pueblo que se oían los llantos de dolor provenientes de la casa de Adela, allí estaba ella apunto de alumbrar a su futuro hijo, tenía que salir adelante por el, no podía dejarse llevar por aquella tristeza.

Una preciosa tarde de primavera nació Antonio, así se llamaría su hijo, en honor a su padre, el cuál nunca conocería, en honor al hombre de su vida, al único al que había amado y al único que amaría.

Diecinueve años y un bebe de apenas meses, sola, en una época donde las mujeres tenían menos posibilidades para salir adelante, en unos momentos duros, donde el hambre y la pobreza hacía mella en las personas. Adela marchó a Málaga, la ciudad donde ella buscaría su porvenir y el de su hijo, donde la vida esperaba que le empezara a tratar bien, como ella deseaba y merecía.

Fueron años muy duros donde Adela lucho mucho por salir adelante, con diferentes trabajos, vivían con una familia, para la cual ella cuidaba a sus hijos pequeños.
Y entonces apareció Rafael, mi abuelo, legionario de profesión, retirado por una lesión en la espalda, él era mayor que Adela, algunos años más, era un hombre educado y serio, y comenzaron una amistad, surgió el cariño y después el amor, así que se casaron y comenzaron una vida en común, años en los cuales nació Rafael y Ramón.

En los sesenta tampoco era una época fácil en España, pero nada comparado con la hambruna de antaño.
Al poco montaron un negocio, un bar donde Adela preparaba comidas y Rafael servía en la barra.
Los años pasaron los hijos se fueron haciendo mayores, y la economía de la familia mejoró para poder vivir dignamente.

Los siguientes años los pasaron en Barcelona, donde falleció Rafael por una enfermedad.
Adela de nuevo se encontró sola y con tres hijos, con la diferencia de que ellos eran mayores y podían ayudarla.

Por fin decidieron ir a vivir a Alicante, donde compraron un piso que aún no estaba construido.

Por aquel entonces Ramón, el hijo pequeño, mi padre, conoció a mi madre, y a los cinco años nací yo.

Adela por aquel entonces volvió a casarse con un buen hombre con el cual comenzó una vida en común en aquel piso que había comprado.

Pero una vez más el destino le guardaba un nuevo sufrimiento, Magdaleno se llamaba su marido y el cuál fue como un abuelo para mi, cayó muy enfermo, le diagnosticaron un cáncer de estómago, la enfermedad se propagó muy rápido por su cuerpo, y con tan solo cincuenta y un años murió. Siete años tenía yo, me contaron que en éstos momentos su alma estaba en el cielo, y poco después entendí que jamás volvería a ver a aquel hombre que tanto cariño me había dado, aquel hombre que me llevo sobre su espalda jugando conmigo, aquel hombre que tanto amor le dio a Adela, tanta tranquilidad, estabilidad.

Tardó varios años en superar su muerte, Adela sumida en una profunda depresión, se aislaba del mundo en su casa, su hogar, por el que tanto luchó, el que construyó con las gotas de sudor de sus largos años de trabajo, la decoró con amor, y vistió sus paredes con preciosos cuadros.

Sus hijos vivían ya casados, y fuera de la ciudad, bastante lejos, así que ella se sentía muy sola, la soledad no le dejaba salir de su depresión.

Una vez más la mala suerte se hizo dueña de su vida, una noche enferma tuvo un derrame, y en urgencias le hicieron pruebas diagnosticándole un cáncer de útero.

Dos años de lucha, luchando contra el cáncer, una operación muy complicada y meses de radioterapia, pero ella salió adelante luchando con esa endereza heredada de su madre y de su abuela, una mujer fuerte que una vez tras otra había ido superando las desgracias que se habían ensañado con su vida.

Salió si, con 68 años, y sus ganas de vivir, venció la enfermedad que casi le quita la vida. Resurgió de sus cenizas, y se rejuveneció, se arreglaba salía a bailar y lucía un aspecto fresco y alegre, como jamás la había visto, era pura vitalidad.

Y dos años después en 1998 y cuándo más grandes eran sus ganas de vivir y ser feliz, falleció durmiendo, de repente sin aviso, sin esperarlo, el cielo se la llevó.


Se lo dedico a ella, a mi abuela, a esa mujer que tanto admiro, a la cual me hubiera gustado decirle más a menudo “Te quiero” , recuerdo sus manos, suaves, fuertes, curtidas, llenas de trabajo, esfuerzo, lucha, coraje.
Te lo dedico a ti, que estás en el cielo, y se que me cuidas, y que de mi apartas los peligros, y aprovecho para decirte Te quiero, te llevo y te llevaré por siempre en mi corazón..

domingo, 10 de agosto de 2008

Mientras medio mundo duerme


En el silencio de la noche, mientras medio mundo duerme, mientras medio mundo se prepara para dormir, yo comienzo a soñar, mi cabeza crea una historia, una historia donde paso mis horas de sueño, donde mi cuerpo duerme y mi mente viaja, através de la imaginación, sueño cosas ilógicas y a veces sin sentido, sueño con otra dimensión, donde nunca veo mi cuerpo, si no através de mis ojos, viajo lejos, lejos de los lugares donde estoy, quizás hago un viaje mental a cualquier sitio que he visitado, una calle de Roma, una calle de Londres, y a partir de ahí todo un mecanísmo de subrealismo se pone en marcha, creando una historia donde recreo mi mente durante la noche, cada mañana despierto con la sensación de haber realizado un largo y emocionante viaje, más allá de mi cuerpo, más allá de mi realidad, incluso en ocasiones el cansancio en mis piernas es más real que imaginativo, el cansacio por haber caminado através del desierto, o haber corrido para salvar mi vida... hasta que punto es ficción, donde termina la imaginación y donde empieza la realidad, por qué me despierto cansada, por que mi mente no duerme, y no hace más que viajar.. Alguna vez habeis sentido caer al vacio en vuestra cama? pues he leido que esas sensaciones son los "aterrizajes forzosos" de nuestra "alma" de vuelta a nuestro cuerpo... es sin duda algo muy extraño que podemos o no creer... hay quien llama a éstas experiencias "Viajes astrales", de ahí la sensación que a veces tenemos de haber estado en ese lugar, o conocer a alguien de "otra vida"... es algo sin duda tan desconocido como extraño de imaginar, pero acaso lo desconocido o no aceptado por nuestro "realismo" debe ser solo eso, imaginación?

martes, 5 de agosto de 2008